Este cuarto número llega cargado de relatos que no sólo nos emocionan, sino que nos invitan a reflexionar sobre lo que significa decorar la mesa en su sentido más amplio. Las historias que encontrarás son como un buen platillo: vibrantes, llenas de matices y, sobre todo, un festín para los sentidos. Son relatos de creatividad, de tradiciones que perduran, de momentos de desconexión que nos permiten volver a casa y reconectar con lo que realmente importa.