Una red de líneas que se intersecan planteó puntos de encuentro y diálogos entre una selección de piezas de la colección ESPAC y de un gran número de obras realizadas por artistas jóvenes de la escena local. La exhibición se concibió en tres partes: una primera entrega museográfica que sirvió como punto de partida, una relectura e intervención de la muestra a cargo de los artistas Miguel Monroy y Daniela Bojórquez, así como una publicación que, más que documentar el proceso, es entendida como una nueva lectura de las piezas en exhibición.
Más que como un producto estático y acabado, Una red de líneas que se intersecan planteó una exhibición dinámica, con movimientos de obra que se llevaron a cabo mientras se encontraba abierta al público, de manera que los visitantes pudiesen entrar al proceso de montaje/desmontaje, mientras la exhibición se transformaba y adquiría nuevos sentidos.