Si, en efecto, no hay fotografía inocente, como afirma Eugenia Meyer, el uso de las imágenes reconocen actores y autores diversos, así como intenciones y destinatarios múltiples. Entender a la fotografía como indicio de la historia permite y obliga a una serie de postulados teóricos y filosóficos encaminados a entender el porqué de cada imagen, su contenido y qué nos dicen, amén de escudriñar en el escenario y en el propósito mismo de cada fotografía. En su ensayo introductorio, la coordinadora de este volumen sienta las bases sobre las cuales los historiadores acceden a los archivos fotográficos en busca de otras miradas, otras formas de conocer e interpretar el pasado. Concluye con una bibliografía pertinente y actualizada, a manera de recurso heurístico para el trabajo de investigación. En ninguno de ellos, las fotografías sustituyen a las fuentes tradicionales del quehacer histórico; por el contrario, lo enriquecen y fortalecen.