Novela gráfica y sin palabras, de Emmanuel Peña que cuenta a partir de ocho historias, ocho trayectos, ocho personajes, las cualidades narrativas del espacio público. Toda ciudad es una prisión, un laberinto y un oasis, los habitantes de las calles del centro histórico de la ciudad de México lo saben. Cuantos prisioneros no nos miran desde los andadores de Madero, o desde la Torre latinoamericana, a nosotros hormigas de paso. Cuantos hilos a dejado el minotauro para entrar y salir por Metro Bellas Artes, Zócalo, Allende, Pino Suárez, Salto del Agua, Hidalgo, Isabel La Católica. Cuantos viajantes fueron saciados por la promesa de un tesoro escondido en las esquinas de la llamada Ciudad de los Palacios, y cuantos más dejaron un cofre (acaso de Pandora) para no volver la vista atrás. Peña resuelve con la fragmentación un movimiento fluido por el espacio, su narrador en las veces de cámara oculta, es un ser invisible casi mirón; no de la piel, sino de lo que se esconde debajo: las intenciones humanas.
