Omnipresente, la botella de Coca-Cola es un símbolo de imperialismo industrial, de seducción serializada. En 120 jornadas de Damián Ortega, el recipiente es transfigurado en cuerpo. Las ciento veinte botellas hechas de arcilla oaxaqueña remiten dinectamente a vasijas y figurillas que se han fabricado en México desde tiempos inmemorables. Ortega hace explotar el signo para que los significados atados a la botella se orienten en direcciones tan diversas como el pasado prehispánico, el barroco colonial y la modernidad capitalista. 120 jornadas confirma lo que ha latido siempre en la obra de Damián Ortega: una mirada de la realidad que contrapone la potencia de los objetos cotidianos al poder del sistema que las produce.