Durante años, las películas de Derek Jarman circularon entre pocos enterados, los miembros de una fiel comunidad de afines. Queer antes de que queer fuera un rótulo de moda, su militancia contra la avanzada thatcherista y en favor de los derechos de la diversidad sexual, hacían de su cine un plato difícil de digerir para el gran público pero también para la crítica, muchas veces inmersa en prejuicios homofóbicos. El medio del cine político al que en verdad pertenecía tampoco podía asimilar en ese momento su gusto erudito por la cultura clásica y mucho menos otros intereses superficiales, como la jardinería, el punk, el pop, el videoclip (en el que trabajó, entre otros, junto a los Sex Pistols, Marianne Faithfull, Bryan Ferry, The Smiths, los Pet Shop Boys, Throbbing Gristle) y, claro, el sexo.