Con sus poemas combate y resiste todo el terror del siglo XX: el exilio, la persecución, el olvido, la Shoah, la desesperanza, la humillación, el silencio. Combate la muerte bajo todas sus formas. Y lo hace porque sus palabras resguardan la lucidez y la esperanza que, después de tantos crímenes, parecían haberse perdido para siempre. No se trata sólo de poemas de una extraña y gran belleza, sino de gestos políticos y éticos que son una alternativa frente al horror del mundo. Porque cuando el horror y la destrucción nos arrebatan la voz y las palabras, Ausländer sabe que –a pesar de todo– el ser humano no está acabado; sabe que la compasión, la hospitalidad, la bondad no han sido vencidas, y que aún queda mucho por decir.