A partir de 1970 y por un espacio de casi dos décadas se filmaron en México una gran cantidad de películas en súper 8. El formato, que habitualmente se utilizaba para películas caseras, permitió a muchos aficionados (y no tan aficionados ), acceder al cine. Los superocheros conformaron un movimiento singular que se sitúo como arte de la contracultura de su tiempo. Este libro presenta un panorama general sobre la historia de este tipo de películas y sigue con antención los gustos, las preocupaciones y la manera de entender el mundo de quienes las realizaron.