“Queridos hijueputas: Yo sé que me están escuchando, sé que siempre me escuchan porque les gusta burlarse de mi y de mis tragedias mínimas. Les hablo hoy desde donde lo hago siempre, desde esta montaña fría y contaminada, desde esta calle aburrida, el apartamento es el 201, aunque seguro ustedes ya lo saben muy bien.” En este pequeño libro Gabriel Mejía deja salir un grito en el que se mezclan la incertidumbre del post apocalipsis capitalista y la banalidad más conformista del mundo.