A través de un análisis de la cultura fotográfica desde sus inicios hasta la década de 1970, Gisle Freund revisa en este ensayo la relación que existe entre la estética y la obra fotográfica mecánicamente reproducible, poniendo de relieve la interdependencia entre las formas artísticas y la sociedad en una época en que la obra de arte única ya estaba perdiendo el papel que había tenido en generaciones anteriores. Desde el retrato individual o colectivo hasta el fotoperiodismo, la fotografía publicitaria o la fotografía de aficionado, la autora reconstruye las principales etapas donde la fotografía ha tenido un papel fundamental a la hora de construir nuestra visión del mundo, y nos regala en estas páginas una obra que se ha convertido en una de las grandes referencias de la historia y la teoría de la fotografía.