En 2011, Estíbaliz Chávez, una estudiante de bachillerato y habitante del municipio de Atizapán de Zaragoza en el Estado de México, llevó a cabo una serie de acciones que conforman un reclamo ante la inconsistencia entre su realidad y el universo simbólico instituido por los medios masivos de comunicación.
Asimilado como parte de su cotidianidad, el contacto con celebridades a través de la radio, la televisión y —particularmente— revistas como Hello!, generó un vínculo afectivo unidireccional entre Estíbaliz y la familia real de Inglaterra. Estos personajes forman parte importante de la historia familiar de Estíbaliz al estar ligados al recuerdo de su madre ausente, quien fuera gran admiradora de Diana, la princesa de Gales.
Las revistas le permitieron enterarse de las intimidades de estas figuras con el mismo grado de detalle con el que se enteraría de los pormenores de la vida de sus parientes más cercanos. El vínculo establecido con la vida privada de ciertos personajes a través de la prensa, la lleva a exigir ser parte de esa realidad utilizando otros mecanismos: Estíbaliz pinta retratos de algunos integrantes de la realeza británica para ponerlos a la venta y abrir la posibilidad de trocar el contenido simbólico por un acceso a lo real: cambia pinturas de Lady Di, sus herederos o Kate Middleton por dinero que le permitirá acudir a la boda real de esta última con el príncipe William, y así poder presenciar el evento sin mediación.
Estíbaliz recurre a la manifestación pública como única estrategia posible de empoderamiento que —tentativamente— facilitará cerrar el círculo que conecta a estos personajes con su historia personal, y así cumplir la promesa que hizo para honrar a su difunta madre.
El periplo de Estíbaliz Chávez se reconstruye a partir de información disponible en la prensa digital e impresa.