Desde los gritos regañones de la Liga de la Leche hasta el retorno al pañal de tela, pasando por la copiosa demanda de la agenda infantil, el imperio de los hijos ha convertido a los progenitores en esclavos y ha devuelto a las mujeres (que recién conquistaban su libertad) a la reclusión de la crianza. Por fin una escritora reivindica el derecho a no abastecer la industria filial y advierte sobre la emboscada conservadora que acecha en las presiones sociales dedicadas a lubricar la máquina de la procreación.