Durante nueve días se repite una acción conformada por la yuxtaposición de 10 propuestas dancísticas que utilizan al cuerpo como único recurso. Cada día, un colaborador es invitado a documentar desde su campo de conocimiento algún elemento de los cuerpos en acción.
Esos documentos se irán acumulando hasta conformar un “anti-archivo", que dado que sólo existe en relación con lo vivo, nunca puede cumplir el mandato de cerrarse y consolidarse como autónomo. La fisión que asedia desde el origen a la experiencia archivada- la operación de separación entre la impresión y la impronta- es clausurada. La lógica de robo de autonomía se invierte.