Pedro Friedeberg es quizá el último representante del surrealismo. A partir de sus estudios arquitectónicos y de una protesta contra el funcionalismo, estableció la anti-arquitectura como una de sus principales líneas de trabajo.
La obra explora el trabajo y pensamiento del artista y su obsesión con el espacio habitacional de la casa, el mobiliario y los objetos sin función, por medio de artículos ilustrados de investigadores como Ida Rodríguez Prampolini, Karen Cordero, Ignacio Prado, Alejandro Sordo, Susan Crowley, Patricia Ruiz-Healy y Dan Cameron.