Balam Bartolomé ha escrito Batalla de ciervos a manera de una fuga renacentista. Edición depurada en un tiraje limitado de trescientas copias, esta ópera prima de Bartolomé es la reunión eficaz de imagen, ensayo, relato y prosa poética alrededor de los universos del arte y el artista moderno y contemporáneo. Pero no es éste libro un compendio de quinientas hojas sino una bitácora de tránsitos y mudanzas entre días y siglos por el azar y sus accidentes, por la creación y sus encuentros inesperados.
Es precisamente un viaje al Museo de Orsay, en París, el centro y título de este diario de batallas. Su autor pretendía conocer el pequeño y amenazante cuadro de Gustave Courbet (1819-1877) El origen del mundo (1866), pero en su lugar halló una pintura monumental y sombría: El celo en primavera. Combate de ciervos, pintada cinco años antes, en 1861. La descripción que hace Bartolomé de este encuentro es rotunda: ‘(la obra) encarna la contradicción que conlleva el enfrentamiento con aquello otro que también es uno’. Un combate en espejo, siniestro y simétrico consigo mismo.