A los 66 años, John Waters sigue tomando riesgos y poniéndose a prueba. Con su lúcido ingenio, su delgado bigote y un cartel que reza “No soy un psicópata”, emprende un viaje a dedo desde su querida Baltimore natal hasta San Francisco, desafiando solitarios caminos y anónimos conductores para cumplir sus sueños de vagabundo glamoroso. Pero, ¿por quién deberíamos preocuparnos más? ¿Por el delicado director de cine con buenos modales? ¿O por los desprevenidos viajeros que transportan al Pontífice del Trash?
Antes de embarcarse en esta audaz aventura, Waters fantasea con los mejores y los peores destinos posibles: un amistoso traficante de drogas le regala una suma importante de dinero para financiar sus proyectos, un corredor le hace una obscena propuesta sexual en medio de una carrera de coches, y una brigada homofóbica de Kansas lo lleva a prisión; en definitiva, las extravagantes escenas a las que nos tiene acostumbrados en sus películas. Pero, ¿qué es lo que realmente sucede cuando esta leyenda de culto asoma su pulgar a la ruta y se enfrenta a las peripecias de la carretera? Lejos de aquellas delirantes fantasías, con humor subversivo y cálida inteligencia, la mirada de Waters transforma las largas horas de espera en los caminos, las noches en anodinos hoteles de paso y la compañía de los ciudadanos comunes del interior de los Estados Unidos en una aventura encantadora.