En los vacíos es donde se formula un espacio para el cuestionamiento de la continuidad y la estabilidad de lo que entendemos como espacio-tiempo. Si bien, se considera que el tiempo ayuda a revelar la esencia de las cosas: la apariencia de una ilustración cuyos bordes han sido manoseados por un número de personas, el tono oscurecido de un árbol o la rugosidad de una piedra son testigos silenciosos que en su composición material contienen una serie de capas de información que representan un transitar del tiempo.
La primera escultura es una serie de 34 piezas talladas en travertino, son prismas cortados a la vena provenientes de la misma piedra; este corte permite ver las diferentes capas de sedimentación características de la composición de este material. Cada uno se encuentra dispuesto uno junto al otro de manera secuencial sobre el muro, recomponiendo el patrón de estratificación original de la piedra, el cual se ve interrumpido por una incrustación de resina translucida en cada una. La segunda, son dos losas de travertino cortadas a la vena que rotan en uno de sus vértices para incorporarse la una con la otra ubicadas sobre el piso. El área donde se superponen es remplazada por un vidrio del mismo espesor de manera que las capas estratigráficas queden a modo de espejo.