¿Puede el chisme ser uno de los soportes del arte? ¿No hay en la manera en que se propagan los rumores un modelo formal de cómo se difunden y afianzan las obras artísticas? En la década de los ochenta, Ulises Carrión echó a andar una serie de proyectos que involucraban y afectaban el entramado social. A través de experimentos con chismes sembrados o de festivales de cine cuyo fin era desnudar los mecanismos de la industria hollywoodense, Carrión se revela como un artista “contextual” (más que conceptual), interesado en la aleatoria, colaborativa y política del arte.