Una máquina puede ser una casa es un ejercicio mitopoyético que reescribe las voces anónimas detrás de las interfaces del lenguaje. En estas páginas se conjura un espacio intermedio entre lo real y lo soñado que, simultáneamente, deja que florezcan los brotes azarosos de quien las transita. Ya lo decía Ursula K. Le Guin al definir a la tecnología como: “la interfaz humana activa con el mundo material”. Al fin y al cabo, ¿no es el lenguaje una interfaz?