Sentaro, un joven solitario, pasa los días trabajando en una pequeña tienda de pasteles dorayakis con un árbol de cerezo en frente. Una tarde conoce a Tokue, una anciana un poco excéntrica que prepara una pasta de porotos azuki excepcional. Ella comienza a enseñarle la manera precisa de preparar esa pasta y, de a poco, el vínculo entre ellos se convierte en una inesperada y entrañable amistad.